El Sheriff Tiraspol es, sin lugar a dudas, el equipo más exótico de esta edición de la Champions League. El club se encuentra afincado en la región de Transnistria, un pequeño reducto dentro de Moldavia que exige una independencia no reconocida desde 1992 tras la disgregación de la Unión Soviética.
El equipo se ha clasificado para la máxima competición europea de forma épica tras pasar cuatro rondas de clasificación y apear por el camino al Estrella Roja y al Dinamo Zagreb. El club fue fundado en 1997 por dos ex miembros de la KGB que hicieron su agosto con una empresa de seguridad en un país especialmente inestable.
Transnistria no es un país que esté internacionalmente reconocido, pero es de facto un Estado independiente. No en vano, está organizado en régimen de república presidencialista, con su propio Gobierno, Parlamento, ejército, policía, sistema postal y moneda. Sus autoridades también adoptaron una Constitución, bandera, himno nacional y un escudo.
Pese a ello, la mayoría de los transnistrios son ciudadanos de nacionalidad moldava, pero también hay muchos con ciudadanías rusa y ucraniana siendo un compedio de nacionalidades bastante complejo. No en vano, el Sheriff Tiraspol compite en la liga moldava. Hay que recordar que este país se encuentra en el número 37 del ranking de la UEFA y el 175 de la FIFA.
Para llegar a la ciudad de Tiráspol, el Real Madrid tendrá un trayecto complicado que le llevará a la capital de Moldavia, Chisináu, que es la única del país que posee un aeropuerto con capacidad para recibir aviones comerciales. Pese a que en la capital de Transnistria sí hay aeropuerto, se trata de una base militar que necesita reformas, por lo que los blancos deberán realizar un trayecto en bus de una hora y cuarto para alcanzar su destino además de casi cuatro horas de vuelo para llegar a Moldavia.